Un sinfín de preguntas sin respuesta,
habitaron nuestras charlas,
miles de risas,
otras tantas lágrimas,
tardes de mate,
inolvidables noches de desvelo
distancias insondables,
abrazos eternos.
Una mirada cómplice
basta para nuestro entendimiento,
recuerdos grabados a fuego,
en charlas por teléfono.
Pero a pesar de los kilómetros,
de los largos silencios
siempre estamos conectadas,
por eso te quiero.
A mi amiga Noralí, que seguramente no lo leerá dada tu aversión a la tecnología...
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