martes, 24 de diciembre de 2013

Te espero

Te espero
como todos los años,
te espero.

Cada 25 de Diciembre,
en el que la vida me suma un año más,
te espero.

Asomada a una ventana,
con cara de idiota ilusionada,
te espero.

Espero que aparezcas montado sobre tu corcel,
ese que te hace aún más gallardo de lo que eres.

Sigo esperando.

Esa serenata, esos versos de amor,
que tu cara deje de dibujarse en el viento,
y finalmente vengas a mí.

Te espero,
con tu sonrisa dibujada por artesanos,
con tu pelo, siempre despeinado,
con tus mil y un perfumes,
brindándome tu mano,
invitándome a acompañarte.

Sigo esperando,
como todos los años,
que en este,
el deseo que pida después de las 12,
te traiga a mi lado.




miércoles, 4 de diciembre de 2013

Lo que haré mañana...

Secuestrarte.
Arrancarte de una vez de esa vida que llevas,
de la monotonía de tus mañanas,
de los atardeceres sin risas,
de las noches sin sueños.
Robarte un beso.
Hacerte descubrir que puede encerrar mil sabores,
que pueden llevarte a recorrer planetas distantes sin siquiera moverte
Abrazarte.
Llenar tu pecho de suspiros contenidos
Vaciar tu mente de angustias y miedos
Acariciarte.
Tocar tu alma con la ternura y vehemencia que nunca fue tocada
Quererte.
Sin condiciones,
sin ataduras,
sin complejos,
sin reproches.
Amarte.
sin límites
con toda la extensión de mi ser
revelarte los secretos del universo mientras te hablo al oído
para que puedas entender, mujer,
que nadie nunca te ha amado
con la intensidad que yo lo hago.




El fin



- Estamos llegando, amor - Le murmuró él al oído.
Ella no quería despertar, la tibieza del sol en su piel y su amado al lado era todo lo que quería tener, todo lo que siempre había soñado.   Escaparse con él, la eternidad juntos.
No podía creer  que finalmente hubiera podido tomar la decisión de dejar ese trabajo malpago y agobiante. A su jefe, que no dejaba de insinuársele y hacerla sentir incómoda, sin nada que ella pudiera hacer para despegárselo de encima.
No quería despertar. El baldazo de agua fría en la cara pudo más.
- La tenemos que trasladar, despierte de una buena vez!
- Recordó la sensación de haber hundido el cuchillo en el estómago de ese pervertido insoportable, sonrió y se levantó raudamente con una sonrisa en los labios. Estaba lista para cumplir su sentencia.



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